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Claudia Patricia Cantillo-Medina1, Liseth Fabiana Sánchez-Castro2, Angie Melissa Ramírez-Guerrero2, Marly Daniela Muñoz-Bolaños2, Hernán Felipe Quintero-Penagos2, Stephany Valentina Cuero-Montaño2 1Departamento de Enfermería. Facultad de Salud. Universidad Surcolombiana. Neiva. Huila. Colombia
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https://doi.org/10.37551/S2254-28842021009
Como citar este artículo:
Resumen Introducción: La persona con enfermedad renal crónica trasplantada debe llevar a cabo una serie de autocuidados, debido a la complejidad del tratamiento y presencia de múltiples comorbilidades que unidos a factores de riesgo cardiovascular pueden afectar su calidad de vida. Objetivo: Describir la calidad de vida en personas adultas con Enfermedad Renal Crónica trasplantadas y su relación con las características sociodemográficas y clínicas, en un grupo de pacientes atendidos en una institución de salud de alta complejidad, en Neiva-Colombia. Material y Método: Estudio descriptivo de corte trasversal con 78 adultos que formaban parte del programa de trasplante, Neiva (Colombia). Se aplicaron los instrumentos: Ficha de Caracterización de la Persona con Enfermedad Crónica GCPC-UN-P versión 2014, y el Instrumento Calidad de Vida de Betty Ferrell. Resultados: La dimensión con menor afectación fue la espiritual, seguida de la psicológica y física; la dimensión con mayor afectación fue la social. Los participantes presentaron percepción positiva de la calidad de vida en las dimensiones física, psicológica, social y espiritual; acorde al género presentaron mejor percepción las mujeres en las dimensiones psicológica, social y espiritual, mientras que en la dimensión física los hombres manifestaron una mejor percepción. Conclusiones: Aspectos relacionados con la salud como independencia, función mental intacta, nivel educativo, apoyo familiar y vida laboral activa, favorecen el afrontamiento, aumentan la satisfacción y la calidad de vida de las personas trasplantadas. PALABRAS CLAVE: calidad de vida; enfermedad renal crónica; trasplante renal; cuidado de enfermería; instrumento calidad de vida de Betty Ferrell.
Quality of life and characterization of transplanted people for chronic kidney disease Abstract Introduction: People transplanted for chronic kidney disease should carry out a series of self-care, due to the complexity of the treatment and the presence of multiple comorbidities that together with cardiovascular risk factors can affect their quality of life. Objective: To describe the quality of life in adults transplanted for chronic kidney disease and the relationship with sociodemographic and clinical characteristics, in a group of patients treated in a highly complex health institution in Neiva-Colombia. Material and Method: Descriptive cross-sectional study with 78 adults who were part of the transplant program, Neiva (Colombia). The characterization sheet of the person with chronic disease (GCPC-UN-P, version 2014), and the Betty Ferrell’s quality of life instrument were applied. Results: The dimension with the least affectation was the spiritual, followed by the psychological and physical. The most affected was social. The participants presented a positive perception of the quality of life in the physical, psychological, social and spiritual dimensions; According to gender, women had a better perception in the psychological, social and spiritual dimensions, while in the physical dimension, men showed a better perception. Conclusions: Aspects related to health such as independence, intact mental function, educational level, family support and active work life, favor coping, increase satisfaction and quality of life of transplanted people. KEYWORDS: quality of life; chronic kidney disease; kidney transplant; nursing care; Betty Ferrell quality of life instrument. Introducción La Enfermedad Renal Crónica (ERC) afecta al 10% de la población en el mundo1, es considerada un problema de salud pública por sus crecientes tasas de incidencia y prevalencia en las últimas décadas; incremento asociado a la forma de vivir de las personas y el avance de la edad2-4. El progreso de esta condición produce deterioro de la función renal hasta que en estadios avanzados el individuo debe someterse a terapia de reemplazo renal diálisis o trasplante (TR) para restablecer y mantener el equilibrio del organismo, controlar la sintomatología de la uremia y prolongar la vida1. Aunque el trasplante es la terapia de elección por la recuperación inmediata de la función del injerto, y la desaparición de muchos problemas adquiridos durante la ERC3, se ha de tener en cuenta que también habrá una gran necesidad de autocuidados debido a la complejidad del tratamiento y la presencia de comorbilidades5,6,por lo que se han de asumir cambios en el estilo de vida, tomar múltiples medicamentos y manejar el estrés, aspectos que dificultan la adherencia al tratamiento7-8. A pesar de la ostensible mejora que trae el TR, el individuo continua siendo un enfermo crónico, que puede experimentar sentimientos de incertidumbre, fatiga, dolor y cambios corporales por el tratamiento inmunosupresor9; además la susceptibilidad de desarrollar enfermedades como hipertensión, osteoporosis, alteraciones neurológicas y gastrointestinales, mayor predisposición a infecciones y obesidad. A este panorama se suma también el riesgo de muerte por evento cardiovascular, el cual se incrementa 10 veces en los pacientes trasplantados renales cuando se compara con personas sin insuficiencia renal5. Los anteriores aspectos ocasionan pérdida en la autonomía y afectan de manera importante la vida de las personas10-12, convirtiendo el cuidado en un reto para el individuo, familia y personal de salud. Se planteó como objetivo del estudio: Describir la calidad de vida en personas con ERC trasplantadas y su relación con las características sociodemográficas y clínicas en un grupo de pacientes atendidos en una institución de salud de alta complejidad en Neiva-Colombia. Material y Método Estudio descriptivo de corte transversal, realizado entre noviembre de 2018 y febrero de 2019 en el Hospital Hernando Moncaleano Perdomo, en Neiva-Colombia. Se incluyeron a todos los pacientes mayores de 18 años trasplantados que dieron su consentimiento para participar en el mismo, quienes cumplieron con los criterios de inclusión de: Residir en la zona urbana de Neiva, y asistente regular a control periódico en el programa de trasplante, y como criterios de exclusión: persona trasplantada en tránsito de otra unidad renal, encontrarse en fase aguda de trasplante y/o con alteraciones cognitivas o conductuales. Se recogieron variables sociodemográficas, funcionalidad, estado cognitivo así como calidad de vida percibida. La recogida de datos se realizó en el domicilio o en la institución de salud, donde se informó a los participantes de los objetivos y procedimientos a realizar. Como instrumento para la recolección de la información se empleó la Ficha de Caracterización de la Persona con Enfermedad Crónica elaborada por el Grupo de cuidado al paciente crónico, Facultad de Enfermería, Universidad Nacional de Colombia (GCPC-UN-P) y validada en el contexto colombiano por Barrera Ortiz et al. en 201413. Este instrumento está compuesto por 22 ítems organizados en tres categorías que identifican: Dimensión 1. Las condiciones del paciente y su perfil sociodemográfico, midiendo la funcionalidad y estado cognitivo con las escalas PULSES14 y SPMSQ15. Dimensión 2. La percepción de carga y de apoyo del paciente. Dimensión 3. La utilización de los medios de información y comunicación (TICs). Para valorar la calidad de vida se empleó el instrumento Calidad de Vida en Enfermedad Crónica versión paciente de Betty Ferrel (Instrumento Quality of life QOL)16, instrumento validado y adaptado por el grupo de cuidado al paciente crónico y la familia de la Universidad Nacional de Colombia. El QOL cuenta con un nivel de confiabilidad de 0,89 y 0,69 de consistencia interna. Está compuesto por 41 ítems que abordan las dimensiones física, psicológica, social y espiritual de la calidad de vida, donde puntuaciones menores en las dimensiones físicas, espirituales y sociales están asociadas con mayor bienestar, por el contrario en la dimensión psicológica una mayor puntuación está asociada con mayor bienestar. Para establecer la calidad de vida del individuo en cada una de las dimensiones, se sumaron las puntuaciones obtenidas en cada ítem de esa dimensión, posteriormente se calculó la diferencia con respecto al máximo bienestar en cada una de las dimensiones, determinándose el promedio muestral de las dos variables (promedio general y la diferencia de las dimensiones). Para el análisis estadístico se llevó a cabo el estudio de la normalidad de las variables, presentándose las variables cuantitativas como media y desviación estándar; las variables cualitativas se presentan como frecuencias absolutas y relativas. Para la comparación de las diferentes categorías de las variables socioeconómicas con el resultado promedio de bienestar en las subescalas de calidad de vida, se utilizó la prueba de Kruskal-Wallis o ANOVA según correspondiera, considerándose relaciones estadísticamente significativas valores de p<0,05. Los cálculos se llevaron a cabo mediante el paquete estadístico Stata 14. La investigación fue aprobada por el Comité de Ética de la Universidad Surcolombiana, acta número 009 del 24 de octubre de 2018. Resultados Se incluyeron un total de 78 pacientes (48 varones), con una edad media de 49,4+13,01 años. En la Tabla 1 se muestra que la mayoría contaba con escolaridad primaria o secundaria, dedicados al trabajo independiente o al hogar, profesaban religión católica, residían en área urbana, con pareja, pertenecían a un nivel socioeconómico bajo y contaban con apoyo familiar. En cuanto a comorbilidades, la mayor parte presentaban entre 0 y 1 comorbilidad asociada, siendo esta la hipertensión arterial (HTA), glomerulonefrítis, lupus eritematoso sistémico o diabetes mellitus (DM). | |
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En la Tabla 2 se observa la puntuación promedio en cada una de las dimensiones que componen el QOL. En la Tabla 3 se visualiza el porcentaje de puntuación de los ítems, por cada una de las dimensiones del QOL, destacando que la dimensión con menor afectación fue la espiritual, seguida de la psicológica y física mientras que la dimensión con mayor afectación fue la social. Los participantes presentaron percepción positiva de la calidad de vida en las dimensiones física, psicológica, social y espiritual; acorde al género presentaron mejor percepción las mujeres en las dimensiones psicológica, social y espiritual, mientras que los hombres manifestaron una mejor percepción en la dimensión física. | |
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La relación entre las dimensiones de la calidad de vida y las características sociodemográficas se muestra en la Tabla 4 y la relación entre las dimensiones de la calidad de vida y las condiciones clínicas de las personas trasplantadas se observan en la Tabla 5. | |
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Discusión Este estudio pretende describir la calidad de vida de un grupo personas con ERC trasplantadas y su relación con las características sociodemográficas y clínicas. La edad avanzada de muchos participantes está en consonancia con el deterioro de la función renal como proceso fisiológico del envejecimiento, acelerado con la presencia de factores de riesgo asociados a estilos de vida inadecuados4,9. Como en otras series el género es predominante masculino, y la escolaridad primaria y secundaria, circunstancia que favorece un control inadecuado de patologías precursoras de enfermedades crónicas17, posiblemente porque la persona no entiende bien la enfermedad, el manejo en relación con la dieta a seguir y tratamiento farmacológico18; pues se espera que en las personas haya un aumento de la capacidad para cuidar de sí mismas cuando tienen mayor educación y por tanto mayor comprensión de su situación19. Los participantes residían principalmente en un área urbana, pertenecientes al nivel socioeconómico bajo, dedicados al trabajo independiente y labores del hogar, contexto que los ubica en posición de vulnerabilidad económica20,21 puesto que gastos derivados de su situación no son cubiertos por el Sistema Publico22 lo que afecta la función social, económica y emocional de la persona, familia y entorno23. En cuanto al estado civil sobresalieron las personas con pareja es decir relacionando su ciclo vital con la familia24, aspecto que contribuye a superar los obstáculos y desafíos impuestos por las limitaciones físicas, tal y como lo plantea Costa25. Los apoyos recibidos están dados por la familia y por la religión profesada (católica), los cuales según Silva26, favorecen el afrontamiento pues se crea un efecto protector, mejor tratamiento, adherencia a la medicación y nutrición, mejores resultados clínicos, que aumentan la satisfacción y calidad de vida relacionada con la salud. Estos hallazgos concuerdan con los resultados de otras investigaciones5,9,21,27-30. Las comorbilidades más prevalentes en la población estudiada fueron la hipertensión arterial y la diabetes, datos concordantes con los reportados por Pérez et al.9. La mayoría de los participantes presentaron una percepción positiva de la calidad de vida significativamente superior en la dimensión física, por mejoría de las funciones orgánicas ocurrida después del TR, hallazgos similares a los estudios de Antunes et al.31 y Villeneuve32. Las mujeres y adolescentes obtuvieron mejor percepción positiva en la mayoría de las dimensiones, a diferencia de otros autores33. Las personas quienes presentaron bajo nivel de dependencia y función mental intacta obtuvieron un mejor bienestar físico, psicológico y social, siendo análogo con lo reportado por Carrillo-Algarra et al.34, donde se describe el trasplante como una esperanza de vida e independencia, este evita ir tres veces por semana a hemodiálisis o cumplir el horario para sus recambios. De igual manera, quienes trabajaban presentan mejor percepción de bienestar, así como los que cuentan con pareja, semejante a lo concluido por Medellín Olaya29 donde este tipo de apoyo es un predictor de mejor calidad de vida. En el bienestar físico un porcentaje pequeño de personas refirieron como problema severo continuar sintiendo fatiga, cambios en el apetito y alteración del sueño, lo que no concuerda con lo encontrado por Mendonça et al.33, donde todos los aspectos de este dominio mejoraron notablemente con el TR: reducción de los síntomas (dolor y cansancio), menor dependencia de los tratamientos y mejoría en el patrón de sueño. Aunque la percepción de la calidad de vida en la dimensión psicológica mejora en la persona después del TR, en conjunto el miedo/temor, la aflicción/angustia generada por el diagnóstico inicial y los tratamientos para la enfermedad por los futuros exámenes diagnósticos, la aparición de una segunda enfermedad y el retroceso de la misma; fueron considerados como un problema severo, reporte similar a los hallazgos de Sampaio et al.35, quienes encontraron que el miedo relacionado a la pérdida del injerto fue uno de los principales estresores después del trasplante, especialmente en quienes mantenían recuerdos negativos sobre la diálisis, relataban más temor en perder el injerto y tener que convivir nuevamente con la máquina de hemodiálisis. Acorde a lo anterior, la enfermedad impacta simultáneamente en la familia del paciente presentándose como un evento que genera además de aflicción una carga económica para ambos, indicadores que afectan negativamente en la persona trasplantada29. Recuperar la capacidad para trabajar y volver a las actividades sociales son aspectos que contribuyen a una mejor percepción33. Las personas que se someten a un TR enfrentan procesos de adaptación intensos causados por la necesidad de cuidados complejos que pueden conducir a cambios psicológicos con alta complejidad y variabilidad emocional33. En su estado de resiliencia buscan apoyo en su espiritualidad, una situación que para Medellín et al.29, juega un papel trascendental al agrupar las ideas filosóficas acerca de la vida y su propósito, pues tiene el poder de dar forma y significado al ser, reconociéndose en muchos casos como un componente amortiguador o de protección para la persona que cursa con la enfermedad y su familia, aspecto importante a tener en cuenta en esta población. En cuanto a la relación entre las dimensiones de la calidad de vida, se encontró que la mayoría se relacionan significativamente entre ellas de manera positiva, además se observa conexión de la dimensión social con todas; mientras que la dimensión física solo presenta afinidad con la dimensión social. Estos datos pueden ser coherentes con la percepción de que a mayor bienestar físico, existe una mejor apreciación del bienestar social, a mayor bienestar social una mejor percepción de bienestar psicológico y espiritual. Lo descrito anteriormente puede afectar la calidad de vida, por consiguiente las condiciones adversas relacionadas con alguno de los bienestares debe ser abordado de manera integral. Los resultados de esta investigación podrían servir de reflexión para continuar con el proceso de consolidación de programas desarrollados por equipos de salud expertos en el cuidado de las personas que viven en condición de cronicidad, con intervenciones orientadas a satisfacer las necesidades y requerimientos de los individuos con TR y sus familias, orientados a impactar en el bienestar de todas las dimensiones de la calidad de vida. Este estudio no puede ser inferido a todas las personas trasplantadas, limitación debida al empleo de un muestreo por conveniencia. Sin embargo, se puede tener en cuenta para el cuidado y adecuación de las intervenciones enfermeras para la mejora de la calidad de vida de poblaciones con características similares. Para la población estudiada se observó que la calidad de vida general es mayor cuando hay menos percepciones psicológicas negativas especialmente en la aflicción o angustia, por lo tanto se deben fortalecer programas de soporte permanente y se puede afirmar que los adultos trasplantados poseen recursos que favorecen el afrontamiento, aumentan la satisfacción y la calidad de vida relacionada con la salud. Recomendaciones Es pertinente continuar con estudios de investigación en Enfermería, donde se comparen diversos instrumentos utilizados en la evaluación de la calidad de vida según las diversas circunstancias sociales de cada país, lo que se facilitaría a través de programas estructurados de abordaje holístico a las personas trasplantadas y sus familias. Agradecimientos Agradecemos a las personas con ERC trasplantadas por su participación en este estudio, al Hospital Universitario Hernando Moncaleano Perdomo y a la Universidad Surcolombiana por el apoyo recibido.
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