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Rosa Alonso-Nates
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https://doi.org/10.37551/S2254-28842021001
Como citar este artículo:
Ya es paradójico que, en una profesión eminentemente humana, basada principalmente en el trato directo con personas, con humanos, en su cuidado, hablemos de humanidad. Dicen que cuando se habla de la esencia de algo, buscándolo, es porque no se ve, no está ahí, no se nota. Recordar la humanidad en Enfermería es como hablar de administrar en la Administración. ¿Será que precisamente ahora, con este tiempo tan adverso, lo echamos más en falta?, ¿o será que la humanidad está en descenso en la escala de valores? Nuestra profesión puede demostrar que es un valor en alza, que lo apreciamos todos: “La humanidad es asunto de todos”, como la salud o la educación. Y de lo universal vamos a lo particular, a la profesión de enfermera y la humanidad entendida como sensibilidad, comprensión, compasión con las desgracias ajenas y el cuidado que necesite cualquier persona, cualquier ser humano por ello. Hoy me gustaría sentarme un rato con vosotros, con los jóvenes y los menos jóvenes que han aprendido estas definiciones anteriores y yo he tenido la fortuna de conocer. Formemos un círculo y hablemos del porqué una profesión eminentemente humana, tiene que hablar de humanidad, ¿qué ha pasado?, ¿qué está pasando? ¿cuál queréis que sea el futuro de nuestra profesión? Empiezo preguntándome cómo decir algo que sintieseis cercano, dirigido a todos sin importar la edad ni el sexo, que compartiera y transmitiera lo que he aprendido de todos vosotros, de la ciencia y de la experiencia y, sobre todo, que os haga sentir la presencia de las personas sanas o enfermas como parte esencial de la profesión. Porque me sorprende, me impacienta, me preocupa y me cabrea, quiero con vosotros responder a algunas preguntas. Estas serán cortas, primero las respondo yo y luego vosotros: ¿QUÉ?, ¿QUIÉN?, ¿CUÁNDO?, ¿DÓNDE? y ¿POR QUÉ? ¿Qué estamos pidiendo ahora a una profesión, oficio y arte que se dedica al cuidado de la salud de las personas sanas o enfermas? La más bella de las Bellas Artes, el arte de cuidar (Florence Nightingale). Siempre os felicito a todos los que habéis elegido ser enfermera porque es una profesión con una evaluación inmediata, siempre que lo hagas como te gustaría que lo hiciesen contigo o los tuyos no te equivocarás nunca, además puedo aseguraros que recibiréis el cien por cien; eso si, aquello que queréis encontrar tenéis que llevarlo: sonreíd si queréis que os sonrían, respetad si queréis respeto. Cuidar no es fácil, pero dignifica a quien lo hace. Ninguna acción nuestra será percibida por quien la recibe si no siente el conocimiento, cercanía, respeto. En nuestra profesión no hay actividades o tareas dignas o indignas, grandes o pequeñas. ¿Quién puede ser enfermera? Siempre se decía que era una profesión vocacional. La vocación casi siempre se hace, nace de un trabajo bien hecho, de un proceso donde deben juntarse el conocimiento con la humanidad, queriendo el bien del otro, haciendo el bien al otro, atendiendo a su vulnerabilidad, sus necesidades y valores, añadiendo nuestra capacidad de sentir afecto, comprensión, solidaridad, empatía; quiero decir con esto también que a cuidar se aprende cuidando. ¿Cómo?; estar con los que cuidamos es más importante para mí que actuar, ahora me parece a mí que actuamos, pero estar... no lo sienten así. Hay que escuchar siempre al corazón cuando cuidamos porque este se equivoca poco, utilizar nuestro saber y ser conscientes de la fuerza que tienen nuestras manos, nuestra sonrisa, nuestra mirada y la palabra a la hora de romper barreras. En mi larga vida profesional jamás he escuchado a un paciente preguntar a un profesional sobre los títulos, cursos de expertos, publicaciones que tiene, pero si decir sobre su amabilidad, cariño, su buena explicación, sobre la tranquilidad proporcionada. A los pacientes hay que tocarlos, sentirlos, hablan a través de su piel, color, mirada, gestos. Que grandes profesionales son los que perciben estos cambios y son capaces de asimilarlos y transmitirlos como parte de sus conocimientos. Últimamente comentan los veteranos que a los más jóvenes no se les puede decir nada, que todo lo pueden encontrar en san Google (mi padre siempre decía cuando tenía un encontronazo que tuviera compasión del soberbio porque su alma esconde una gran indefensión, y tenía razón). Vosotros tenéis que sentir lo que yo sé: la fuerza que podemos transmitir, la confianza, el valor, la templanza, el ánimo y sobre todo la esperanza. Cuando un profesional del cuidar entra en una habitación, consulta, domicilio y alguien que está sufriendo le extiende su mano, se produce un momento mágico cuando la coge, se acortan las distancias entre sentimientos, se percibe tu saber estar, tu escuchar, el respeto y agradecimiento. Esto, probarlo, porque al igual que en el amor quien lo probó lo sabe. También hay que ser humildes y mantener la capacidad de seguir aprendiendo de los demás compañeros y de los pacientes. Isaac Newton decía: “si yo tuve la suerte de alcanzar algo, solamente se debe a que me apoyé en hombros de gigantes” ¿Cuándo? A qué estamos esperando, está claro que llevamos años mareando la perdiz. Hemos servido a Gerencias y Direcciones de Enfermería que no sabían que el hospital es la casa del que viene buscando curación y alivio a sus males, y nosotros tenemos el deber de procurárselo. Hemos entrado en la Universidad, pero con profesores que son historiadores, antropólogos, psicólogos, etc., muchos de ellos sin conocer a los pacientes, ni la enfermedad. Decir también que hay excepciones, que todos celebramos, que hablan de la humanidad como la primera condición de la profesión. Ahora es el tiempo de defender la asistencia como pilar básico de la Enfermería. Tristemente no ha habido un solo día, desde que empezó esta guerra, que no hayan estado cerca de mi compañeros que han trabajado en primera línea, han visto el miedo y la muerte tan de cerca que han sentido impotencia y miedo a la vez que frustración. Quiero decirles que nadie sabíamos de esto, que no renunciéis al cuidado porque estoy segura que han sabido acercarse con sus manos, con la mirada al paciente que ha sentido así el consuelo y la cercanía; esto es la humanidad. Muchos pensamos que en esta situación tan adversa que vivimos, el cuidar se resiente, que se pierde humanidad y nos preguntamos cómo hacer para que esto no ocurra. Ya lo dijo el poeta (Blas de Otero) “nos queda la palabra”, la palabra del profesional que anima, conforta, informa, tranquiliza y acompaña. Comprender su importancia, la de la palabra, es practicar y ejercer la humanidad que todos necesitamos por el hecho de ser personas, esto nos distingue de otros seres de la naturaleza. ¿Dónde? No oigo más que la Enfermería tiene que ocupar el sitio que le corresponde en la sociedad ¿sabéis vosotros los jóvenes y menos jóvenes cuál queréis que sea? Séneca, antiguo sabio, dijo que si no sabíamos a qué puerto dirigirnos, ningún viento nos será favorable. Hace casi doscientos años, una enfermera dijo el lugar que debíamos ocupar en los hospitales, en los distritos, hoy centros de salud, y además, formar a otros profesionales. Hoy que tanto se habla de gestión, me gustaría escuchar qué gestionamos cuando ahora mismo una lista de contratación de personal está hecha por otros profesionales totalmente ajenos a la Enfermería, con lo que se provocan situaciones nada deseables como la de que un profesional puede estar en 6 sitios diferentes a lo largo de una semana de trabajo, sin los conocimientos adecuados para garantizar la seguridad, el confort, el trato humano con los pacientes (este comportamiento viene dado por el criterio o pensamiento de que los ordenadores lo hacen todo...). Volviendo a los casi 200 años, una mujer que había decidido dedicar su vida al cuidado de los demás decía: “sacrifiqué mi propio juicio y cogí 40 enfermeras y nos pusimos a trabajar”. Florence Nightingale no sabía muy bien, en una época de su vida, lo que quería, pero tenía muy claro lo que no quería. En 1855, en un periódico inglés se escribió: “sin exageración ella es un ángel guardián, la historia de una dama que con su lámpara, con su luz, cuando todos descansaban, con su sola presencia, llevaba confianza y suavidad a los desdichados. En la guerra no solo había adquirido SABER, ahora también tenía PODER. Ya sé que lo sabéis, pero con aquellas 40 enfermeras se escribió el diagrama de la Rosa, en cada pétalo anotó lo aprendido por cada una de ellas y así se crearon los primeros fundamentos de Enfermería. Que mezquinos los empeños insignificantes, las ambiciones personales que restan credibilidad al conjunto de esta profesión. Solo juntos y todos, asistenciales, docentes, investigadores y gestores, lograríamos un futuro fuerte y estable, y de esta manera se beneficiarían los pacientes. Y ¿por qué? porque no puede pasar más tiempo sin que se definan nuestras actividades, parece que ahora las enfermeras deben dedicarse al cuidado de las personas ancianas y crónicas; noble tarea decía un día de estos una joven enfermera: “son pacientes de primera y necesitan enfermeras de primera”, ¡olé! por ella. El paciente crónico y el anciano precisan de un gran conocimiento por parte de quienes están a su cuidado, tienen que procurar su bienestar y, para ello, necesitan una formación que, a veces, no viene en los manuales al uso, ni en cursos on-line; lo dicho, en este caso se aprende a cuidar cuidando en gran manera. A tener en cuenta: Solo se puede investigar si hay “libros tumbados” (pacientes) que suministren datos, que se puedan medir sus cambios, evolución. Solo se puede dializar habiendo dializado, nadie debería cuidar pacientes determinados sin una formación específica. No se pueden asumir responsabilidades sin conocimientos, porque conducen a la frustración, a la desmotivación y, en consecuencia, a la deshumanización en las diferentes unidades. ¿No os parece que buscar la independencia de nuestros compañeros de trabajo y, más concretamente, los médicos, deseando no “servirles”, cosa que nunca entendí, cuando el fin es común, es inútil, porque pone por separado los objetivos de cada uno, sin mirar a un lado y otro, y porque hay que caminar juntos?, ¿hemos ganado algo?¿tenemos más enemigos que los propios?, responded por favor. La calidad de los cuidados nunca es fruto de la casualidad, es siempre la respuesta a la perseverancia, la constancia (camino de la vocación) y la inteligencia, ayudado por la capacidad de las personas que gestionan el Sistema sanitario. Este no puede olvidar que lo mejor que tiene son sus profesionales, las personas que lo están demostrando ahora con su trabajo. La Enfermería puede y debe contribuir al desarrollo de las ciencias médicas, como eslabón fundamental en la preservación de la salud. La ciencia es generadora de riqueza, de bienestar y salud y nosotros somos parte fundamental de ella. Necesitamos líderes, personas capaces, que puedan crear equipos, y que tengan libertad para gestionar sus propios recursos humanos, y que planifiquen junto a todos los profesionales de la salud. Hay que ser capaces de crear entornos donde se pueda hablar, discrepar y aunar prácticas que nos hagan mejor profesionales y personas. Hay que establecer cauces de investigación constante que nos ayuden a buscar constantemente la verdad, generar protocolos o líneas que garanticen la transmisión del conocimiento; implementar prácticas seguras consensuadas y evaluadas. Enseñar, aprender y escuchar a todos los que soliciten nuestra ayuda y colaboran en el mismo trabajo del cuidar: médicos, auxiliares, etc, reconozcamos su trabajo, su imprescindible colaboración y el papel que cada uno tiene en la consecuencia final: lograr el bienestar del paciente. Debemos reflexionar sobre los valores humanos y sobre el conocimiento científico del hombre, las nuevas tecnologías que dan la impresión de que nos aíslan, que hacen seres solitarios. Hemos avanzado mucho en ellas, pero hay que seguir pensando que las personas sufren por las mismas cosas. Pensar no cuesta dinero, pero no pensar en el futuro nos puede salir muy caro. La curiosidad y el afán de saber nos mantiene vivos y el hecho de transmitirlo nos hace personas responsables. Por lo tanto sed generosos en extender vuestras manos, aunque sea con guantes, dirigir vuestra mirada a los ojos del otro y hablar con el don maravilloso de la palabra para transmitir confianza, seguridad y amor. Rápidamente recibiréis el agradecimiento de vuestra postura, otras veces se tardará más tiempo, pero si habéis cuidado desde el saber y el respeto tendréis siempre un hueco en los recuerdos o habréis contribuido a La Paz interior de alguien que se ha ido. Esto hay que decirlo. A los que dominéis las redes sociales haced una cadena que uniendo todas las manos en torno al paciente, digamos al Sistema Sanitario que no ningunee más a esta profesión, porque habremos decidido entre todos que tenemos que estar estando en todas aquellas situaciones que nos afecten, porque tenemos mucho que decir y más que hacer. Actuar con ánimo. En la bandera de nuestro trabajo debe figurar la esencia que, desde los albores de la historia, ha distinguido a la Enfermería: la capacidad de cuidar y comprender al ser humano que sufre y muere. ¡Qué gran labor la nuestra! Estoy segura de que solo nuestro Saber, nuestro Deber y nuestra Humanidad nos situará donde nos corresponde. Acabo con las mismas palabras del poeta, con el deseo de todo lo mejor y pido y reivindico además de la salud, la humanidad y la palabra. “AQUELLOS QUE COMPARTAN SU HUMANIDAD CON LOS DEMÁS HACEN QUE MEREZCA LA PENA CAMINAR JUNTO A ELLOS” Bibliografía 1. Alonso-Nates R. Aspectos psicosociales del enfermo renal. En: Alonso R, Pelayo R, (Eds). Manual de Enfermería Nefrológica. Barcelona: Pulso Ediciones; 2012. p. 29-38. 2. Vázquez MI. Aspectos Psicosociales del Paciente en Diálisis. En: Lorenzo V, López Gómez JM (Eds). Nefrología al día. Aspectos Psicosociales del Paciente en Diálisis. Disponible en: https://www.nefrologiaaldia.org/276. [Consultado 01 mar 2021]. Este artículo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución–NoComercial 4.0 Internacional.
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