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El ingreso hospitalario supone una experiencia desconocida y con frecuencia estresante para los pacientes y su entorno familiar, siendo un momento clave para dar información, orientar el cuidado y satisfacer sus necesidades. Derivado de la valoración inicial al ingreso, se establecerá un plan de cuidados individualizado en función del proceso de enfermedad y del estado que presente el paciente, teniendo en cuenta que, durante el tiempo de hospitalización, va a pasar por una situación cambiante, en el que será imprescindible individualizar y modificar el plan de cuidados inicial, en función de su evolución.
Aspectos como la correcta alimentación, la adherencia terapéutica y la observación de unas correctas medidas de higiene corporal, son conocimientos fundamentales a reforzar en los pacientes renales, independientemente de la etapa en la que se encuentren en el momento del ingreso hospitalario. Además, en los pacientes que inician o necesitan hemodiálisis, será fundamental aplicar los cuidados específicos relacionados con el acceso vascular, como los cuidados pre y post quirúrgicos de la fístula arteriovenosa o los cuidados durante la colocación de un catéter venoso central transitorio. Requieren también cuidados específicos la realización de pruebas diagnósticas y/o terapéuticas como la arteriografía, pielografía anterógrada o estudios isotópicos, y especialmente la biopsia renal; sin olvidar la posibilidad de que el paciente necesite cuidados paliativos en fase terminal.
El cambio de turno es un momento esencial para garantizar la continuidad de los cuidados y la seguridad del paciente hospitalizado. La información transmitida debe de ser correctamente organizada mediante el trabajo en equipo y el diseño de canales de comunicación eficaces y efectivos.
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